No hay tu tía
En algún lado están los terrones de azúcar.
Clic de la felicidad
Happy Happy Joy Joy






viernes, marzo 30, 2007
Televisión de la semana 
No sé si lo soñé o finalmente ocurrió. Una película donde el fanático de las armas despedaza a los canguros zombies con un cañón antiaéreo de calibre 20 mm. Él se regocija-ilumina mientras el aluvión mónstruico cae descarnado para fundirse con el desierto oscuro. Cuánta blandura en los animalitos aniquilados por el loco. En sus huesitos solitos. (Alta cadencia de disparo, un arma diseñada para abatir Migs-15 rojos en Corea, ahora desbocada sobre el empecinamiento típico de los zombies). Es que, a la larga, uno se encariña con el terrible marsupial, solo y canguro, pobrecito. Pero con el zombie humano no; a ese, ni un vaso de agua.

Después pude encontrar una peli de ciencia ficción, futurista, bien a mi gusto.
Todo ocurría en un país regido por un triunvirato de pelados con anteojos de apariencia ingenieril. En aquel territorio, el ingenio prevalecía totalmente sobre la naturaleza y los hombres, lo que daba lugar a una perfección ineludible de lo cotidiano y a una falta de expectativas mortal. Se registraba una disminución gravísima en las tasa de natalidad, incendios, fornicación, disputas y quejas.
Cierto día, para revertir la situación, el triunvirato decidió generar un acontecimiento que propiciara un oleaje emotivo de gran magnitud. Se concluyó que convenía embarcar el país en la gran empresa social de maximizar el tamaño de los pollos.
Era cierto que ya nadie toleraba la ineficacia cárnica de los pollos, su poca eficiencia nutricional, su inutilidad. “¡Estás pollísima!”, se acusaban las mujeres en contienda. El lenguaje se había colmado de pollismos desdeñosos. Urgía empollar los pollos a su máxima pollez: borborotarlos, si fuera posible. Pero, tristeza en el país, para que los pollos crecieran se necesitaba alumbrarlos con lámparas poderosas, y el país no tenía suficiente energía para eso.
Se consultó a las mayores inteligencias, que entonces estaban dedicadas al diseño de cohetes intergalácticos, aviones de caza y comidas en pomo de pasta dental. En una gran reunión se decidió que lo mejor era montar un gran espejo en el espacio, que reflejase constantemente la luz del sol sobre un territorio delimitado. Ahí residirían y crecerían los pollos, picoteando por el campo, tranquilos y sin advertir su abominable sobredimensionamiento.
Después de eso, la película es puso medio loca, onda Matrix, y me fui a dormir.

En estos días vi el corto Sol naranja en una emisión de Canal 7. Mis felicitaciones.

                                                       posteado por Adrián a las 4:10 p. m.