No hay tu tía
En algún lado están los terrones de azúcar.
Clic de la felicidad
Happy Happy Joy Joy






martes, agosto 23, 2005
Pingüinos secretos 
Hola


- Narf
- ¡Plop!


El aparentemente austero idioma de los pingüinos esconde complejidades y misterios insospechados. Recién en este nuevo siglo, con la asistencia de poderosísimos ordenadores, se ha logrado desencriptar uno de los más perfectos secretos de la naturaleza.
Algunas traducciones iniciales del diálogo anterior, si bien divergentes y todavía lejos de la exactitud absoluta, sorprenden a los especialistas y al público general:

– ¿Vos te parecés a mí o yo a vos?
– Vos a mí. Yo nací primero.
– Pero mi mamá nació primero que la tuya.
– ¿Y la abuela?
– Tendríamos que averiguar…


– ¿Vos sos el mismo de ayer?
– ¿Cuándo es ayer?
– Dentro de poco, para atrás.
– Parece que te afecta mucho la permutabilidad, el desorden, la posibilidad. Sos una nostálgica.
– ¿Sos o no sos?


– Dicen que hay gente con cara de conejito.
– Ajá…
– Y no hay que confiarles: piensan cosas todo el tiempo.
– Pero ¿qué es un conejito?
– es como un oso chiquito al que le titila la nariz.
– ¡Da miedo!
– Imaginate lo que debe ser esa gente.


– ¿Te enteraste?: shampoo de esperma de ballena.
– Por eso ya nadie se quiere empetrolar.
– Claro, peor el remedio que la enfermedad.
– ¡Uh! ¡Mirá ese bicho!
– ¡Le titila la cabeza!


– ¿Sabés la historia de Polina Ignatieva?
– No entiendo la pregunta. Quiero.
– Tenía pingüinos de jardín y los vestía y hablaba con ellos sobre temas secretísimos.
– ¿Les festejaba el cumpleaños?
– No, porque le era imposible distinguir uno de otro. Café y leche: son todos iguales. Ni titilan.
– El café con leche no cumple cumpleaños.
– Jamás.

                                                       posteado por Adrián a las 11:00 a. m.



miércoles, agosto 10, 2005
Él descubre que es un monigote 
Pensaba en las veces que había estirado la mano hacia la casilla de peaje para recibir su ticket, dejarlo sobre la guantera y volver a arrancar. Veía su mano sobre la palanca y el recorrido de los cambios mientras el auto aceleraba.
Pero no recordaba nada de eso. Sólo lo podía pensar y, hecho idea, compararlo con el funcionamiento de otras cajas de cambios vistas en películas, avisos de TV o en los programas del Rally, donde la cámara está dentro del habitáculo del conductor y se puede observar el manejo y sentir la velocidad hasta que el auto se despista. Entonces, el conductor putea. Eso es lo bueno del Rally internacional.
Pero no recordaba nada de eso. Al compararlos, todos los cambios que alguna vez había pasado con su mano, no tenían mayor realidad que los vistos por TV, ni le provocaban la cercanía propia de los recuerdos. Pensó que toda esa experiencia había sido reemplazada por una simple idea: la idea de accionar cambios en un auto. Y era una idea gorda, rellena del tiempo que había llevado meter cada cambio y que se alimentaría de los cambios que pudiera pasar en el futuro.
Había otros automatismo que se transformaban en monstruos ideales y devoradores de tiempo. Había vacío donde la experiencia no dejaba rastros y se ofrecía en sacrificio a la idea. Había olvido de hechos poco importantes, pero hechos al fin.
¿Y si...? Supuso: ¿y si los días se colmaban de automatismos y actos reflejos hasta ser ellos unidades completas de olvido? Esos días se acumularían en una gran bolsa de tiempo oscuro, de la que no se podría recuperar ni un momento. Respirar, pasar cambios, vivir un día. Podían llegar a ser ideas de la misma categoría y medidas de un mismo vacío.

                                                       posteado por Adrián a las 12:37 a. m.



miércoles, agosto 03, 2005
Lo tengo que pensar más 
Pensaba es la palabra menos usada en mi trabajo. Nadie dice o escribe pensaba, nadie la escucharía o leería, y no importa. Con mucho esfuerzo: un pensábamos. Como mucho. Y esforzado.
La gente que se reúne a pensar con fuerza nos resulta mucho más aceptable que el pensador solitario y caprichoso que puede insistir o no en un pensamiento, sin necesidad de establecer sincronizaciones mentales con sus pares. Del pensar con fuerza del grupo sale…algo común. Es decir, lo pensado por el grupo se justifica en exterioridad, por la comunidad del hecho. En cambio, lo pensado en soledad es una cajita negra que puede contener las entrañas mismas (qué chancho, no nos interesa) del que ha pensado.
Pero no se permite el pensamiento a todos. O sea, el grupo es un grupo selecto, determinado por algunos clichés maniqueístas. Es que habemos muchos clichés:
Los Beatles, pensaban. Ejercían sus peinados. Este es un grupo.
Linus Torvalds, pensaba (solo). Él, casi el único.
Bill Gates, tramaba. Malvada sabandija.

En determinado momento uno se encuentra con personas que tienen modos distintos modos de poner en acto la función mental. Están los que piensan, los que elucubran (estos mueven los dedos y se sonríen misteriosamente), los que cavilan, los que imaginan, los que reflexionan (acerca de), los que doblan cucharas, los que mastican y los que copian. Y tantos más.
Pensemos, pensemos otro cuentito.
Sr. Fafo
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El negocio del futuro
Miles de personas, en todo el mundo, sienten que le han puesto demasiada mostaza al pancho. Sufren por su impericia con el pomo y quisieran tener una segunda oportunidad. Para ellos, ha llegado la solución definitiva:

Lavadero de panchos

Nunca más un pancho condimentado en exceso.
Nosotros se lo lavamos.

¡Adquiera su franquicia hoy! ¡haga suyo este éxito!

                                                       posteado por Adrián a las 11:15 a. m.